- La Pascua Dominicana sigue. Viernes Santo, segunda de las crónicas llegadas desde el Monasterio de Santo Domingo el Real.
Una de las ventajas de la Pascua dominicana de Segovia es que se vive en familia y con la familia. Es un lujo poder disfrutar en familia dominicana de este tiempo de oración y sosiego en compañía de mi mujer y mi hija pequeña. Participar en las distintas celebraciones y encuentros de acuerdo con el ritmo que marca la vida familiar, compartir todos juntos esos momentos, en los que nadie se siente meramente espectador, es especialmente enriquecedor. Todos aportamos a todos. ¿Por qué mataron a Jesús, si él era bueno? La sencilla pregunta de un niño nunca está de más. Las lecturas y los salmos de la mañana nos introducían en el misterio de cruz que hoy habríamos de contemplar: el sufrimiento, el abandono confiado en Dios, la pérdida de un hijo portador de tantas esperanzas, el perdón a los enemigos…
Al comienzo de la tarde, antes de acudir a la liturgia de la cruz en la iglesia de las monjas dominicas, tuvimos una bonita meditación sobre las “siete palabras” en la que compartimos nuestros deseos y peticiones de vivir con más confianza en Dios, perdonando y dejándonos perdonar y amar por Él.
En la liturgia de la cruz -cuidada con esmero, tal y como acostumbran las monjas- Fray Juan Luis Mediavilla destacó en su homilía cómo Dios entra en la historia en la fragilidad de un recién nacido y deja este mundo despojado de cualquier poder: “Por amor Dios asume la fragilidad del ser humano, porque amar implica hacerse vulnerable”. Después de la celebración, hubo tiempo para compartir con las hermanas y fray Juan Luis una meditación sobre el significado de la cruz.
El frío de la tarde animó a un temprano recogimiento que rápidamente dio paso a una amena y distendida charla en el salón de la casa que nos acoge. Una provechosa oportunidad más para hacer fraternidad.
Al final del día, tiempo para la oración y el descanso personal con el corazón puesto a los pies del sepulcro de Cristo.
Ignacio Antón Boix OP
Fraternidad Laical de Santo Domingo “Nuestra Señora de Atocha”
Fue un día en plenitud de emoción Que tuve el privilegio de compartir con los hermanos y hermanas. En uno de los momentos que en el silencio de la reflexión despues de orar y escuchar la palabra de cada uno de ellos me sentiuna vez mas lleno de Cristo. Luego en la solemnidad de los distintos Santos Oficios en compañia de mis siempre queridisimas monjas la presencia del Señor la advierto por cada uno de mis poros directa al corazón algo que me impide con frecuencia articular palabra. Alli durante la cebracion en el templo del convento,le preguntaba a El: Señor como puedo ser predicador si soy incapaz de leer tu palabra con los ojos secos si lo único que se me seca es el paladar.