La Orden de Predicadores ha nacido como familia; una familia que comparte el mismo carisma común de la predicación. Este fue el proyecto de Domingo. Esta familia dominicana, familia particular y unida en el seno de la gran familia cristiana, no ha sido creada para ella misma, sino para que esté al servicio de la Iglesia en su misión en el mundo. Las ramas de la familia dominicana son múltiples: frailes, monjas, congregaciones de hermanas, seglares en fraternidades, grupos de jóvenes, institutos seculares y sacerdotes seculares en fraternidad. «Cada una tiene su carácter propio, su autonomía. Sin embargo todas participan del carisma de Santo Domingo, comparten entre ellas una vocación única de ser predicadores en la Iglesia» (Capítulo de México, 1992). Más allá de la amistad y de la unión íntima entre las ramas diversas, se desarrolla la toma de conciencia de una complementariedad, de una responsabilidad mutua para trabajar juntos en el anuncio del Evangelio al mundo.
En la actualidad la ciudad de Segovia cuenta con dos comunidades dominicanas: la comunidad de monjas dominicas del monasterio de Santo Domingo el Real y la Fraternidad Laical de Santo Domingo de Segovia.