Santo Domingo visto por Santa Catalina

En la celebración de este VIII Centenario de la llegada de Santo Domingo de Guzmán a la ciudad de Segovia, es bueno traer a la memoria del corazón la vivencia dominicana de una de sus mejores hijas: Santa Catalina de Siena.

Catalina admiraba a los Frailes Dominicos, entre otras cosas, porque el Convento de Santo Domingo estaba enclavado en el barrio de Fontebranda y toda la familia de Catalina los conocía y trataba con asiduidad; en su templo, podemos decir, que desde muy pequeña aprendió a rezar y conoció la liturgia dominicana. Cómo será la admiración por los Dominicos, que hasta quiere disfrazarse de fraile para ser como uno de los Predicadores.

Algunos Dominicos estuvieron estrechamente vinculados a ella, señalemos a: Fray Tomás de la Fonte, su primer confesor y a quien conocía desde niño, pues habiendo quedado huérfano, la familia de Catalina lo acogió en su hogar. Fray Bartolomé Dominici, quien acompañó a Catalina en muchos de sus viajes  y, además, Bartolomé sería uno de los elegidos para supervisar los propios escritos de Santa Catalina. El nombradísimo Fray Tomás Caffarini quien, antes de entrar en la Orden, fue uno de los más fervientes discípulos de Catalina. Por último, hemos de citar a Fray Raimundo de Capua, biógrafo de la santa y Maestro General de la Orden.

A pesar de la oposición de su madre, Catalina ingresará a los dieciséis años en la Orden Tercera de la Penitencia, las llamadas Mantellatas, sus hermanas de Comunidad, con quienes compartirá el don de la consagración. Por otro lado, conocemos el vínculo profundo que Catalina tiene con las Monjas Dominicas del Monasterio de Montepulciano y su  tierna veneración por la gloriosa comedora de almas, Santa Inés.

Catalina confesó a Fray Raimundo: Domingo me llamó milagrosamente a su Orden.

Ella, que fue poseída y adoctrinada por la dulce, primera y eterna Verdad, se convertiría en una de las mejores discípulas espirituales del fundador de la Orden de Predicadores. Tanto es así que, en la víspera de la fiesta de Santo Domingo tuvo esta experiencia narrada por su confesor: Catalina aseguró que veía al Padre todopoderoso, produciendo de su boca al Hijo que le es coeterno, y que mientras le estaba contemplando, Catalina vio al bienaventurado patriarca Domingo que salía también del pecho del Padre, todo resplandeciente de claridad: – Hija mía queridísima, Yo he engendrado a estos dos hijos, uno por naturaleza y otro por dulce y tierna adopción (…) Domingo, desde su nacimiento hasta el fin de su vida, siguió mi voluntad en todas las cosas, predicó al mundo la Verdad de mi Palabra, su predicación se perpetúa en sus sucesores, predica aún y predicará siempre (…)  Por eso, le he comparado con mi Hijo por naturaleza, cuya vida imitó, y fíjate que Domingo, hasta en la figura exterior, se parece a mi divino Hijo Jesucristo.

En el frío clima segoviano y el gemido helado del Eresma, no nos viene mal recordar estos detalles femeninos de Santa Catalina.

 

Sor María del Mar Castro OP
Monasterio de Santa Catalina. Alcalá de Henares (Madrid)

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