- Última jornada de la Pascua Dominicana en Segovia
Hoy domingo nos despertamos con dos noticias discordantes la Resurrección de nuestro señor Jesucristo y el triste fallecimiento de Mateo, sobrino de nuestro hermano Vicente.
El primer acto con nuestras hermanas dominicas fue Laudes, con oración para que este niño Mateo, de apenas 1 año y medio, fuera acogido por nuestro Señor Jesucristo.
A continuación bajamos a la Cueva de nuestro Padre Santo Domingo, para celebrar la Eucaristía presidida por fray Juan Luis Mediavilla, la predicación fue realizada por Jose María Vega e Ignacio Antón, a continuación transcribimos la misma:
En primer lugar, menudo lio me ha metido fray Juan Luis para que hiciera la predicación en un domingo tan especial, como es el de Resurrección y en segundo lugar, realizarla aquí en La Cueva en un lugar tan emblemático para nuestra familia dominicana, donde estuvo nuestro Padre Santo Domingo y donde fundó el primer convento en España, por cierto en este año estamos celebrando el VIII Centenario de su llegada a Segovia y gracias a su intercesión ante Dios se produjo el “milagro de la lluvia”, será casualidad o es que nuestro Padre está intercediendo para mandarnos ese bien tan deseado, como es el de la nieve y el agua.
En un día tan señalado para el mundo cristiano como es este domingo de resurrección, cuantas piedras (como dijo el pasado jueves fray Juan Luis) para encontrar el verdadero camino hacia el misterio de su muerte y resurrección, ¿como podríamos encontrar ese camino? mediante la sed, no esa sed de ser más que el otro, tener más bienes materiales, placenteros, y un largo etc. con los cuales ahogamos no saciamos esa sed, porque la verdadera saciedad está en seguir ese camino trazado por Dios. Envió a su Hijo a sembrar la semilla de la paz y el amor, terminando de forma cruel e incompresible en la Cruz.
Me pregunto ¿que padre es capaz de enviar a un hijo a sufrir el calvario que sufrió Jesús?. Verdad que ningún padre seríamos capaces de hacer nada por el estilo, pero Dios en su amor infinito, no solamente hacia su Hijo, sino hacía toda la humanidad, lo hizo para que supiéramos que si caminamos sedientos de AMOR, a sabiendas de que hay momentos buenos y otros menos buenos como así lo padeció su Hijo, deberíamos seguir el camino de Jesús en su vida terrenal, no iba repartiendo prebendas, ni nada por el estilo, pero si repartía de forma gratuita AMOR y MISERICORDIA entre todas las personas necesitadas y no necesitadas, solamente tenemos que ir apartando esas “piedras” que nos vamos encontrando en nuestro caminar diario y reflexionar sobre el verdadero camino de la felicidad eterna.
Leamos de forma reflexiva la sagrada palabra y encontraremos ese camino hacia la felicidad que tanto añoramos y con tanto denuedo buscamos, quitemos esas piedras revestidas de falsas apariencias y busquemos en nuestro interior y no en el exterior como habitualmente hacemos.
Tengamos la fe suficiente para ser aceptado, como tuvo María Magdalena, cuando encontró vacío el sepulcro. Aportemos la gran reflexión de Santo Tomás de Aquino “cada uno de los argumentos de por sí no bastaría `para demostrar la resurrección, pero tomados en conjunto, la manifiestan suficientemente; sobre todo por el testimonio de la Sagrada Escritura”.
FELIZ PASCUA
Pero la predicación más emotiva fue la de Ignacio Antón sobre Mateo, recordando la tristeza que supone la muerte de un niño de edad tan prematura, el cual vino a este mundo con serias deficiencias, motivadas por posibles negligencias médicas. Lo más bonito, si es que hay algo bonito en esta triste historia, es el amor que en todo momento le dispensaron sus padres, los cuales no se desanimaron en ningún momento y que lucharon hasta la extenuación para que la criatura saliera a flote, dentro de las gravísimas complicaciones que tenía.
Todas estas palabras las dijo con un tono tan emotivo que se nos saltaron las lágrimas a todos los que asistimos a esta ceremonia.
Contestó a estas palabras fray Juan Luis, recordándonos que debemos conservar esa fe, al igual que María Magdalena la tuvo, a pesar de esos silencios de Dios que algunas veces nos desconciertan, pidamos en un día tan importante para el cristianismo, que lo acoja en su seno que seguro así lo hará.
También pedimos por su familia, en especial por sus padres para que esta cruz, al igual que Jesús camino del calvario, la sepan llevar con la mayor entereza posible, a sabiendas de que su niño estará en los brazos de Dios.
José María Vega OP
Fraternidad Laical de Santo Domingo “Nuestra Señora de Atocha”